Una desilusión amorosa también se sumó al problema
El más triste cuento de hadas
Luchó por más de seis meses pero la batalla la ganó la anorexia, un ataque cardiorrespiratorio dejó sin vida a Andrea Carrió de 17 años; Joven, solitaria y con muchos sueños que se empañaron a causa de la seguidilla de bromas provocadas por sus compañeros.
Nadie está libre de las molestas burlas de los compañeros cuando pasamos por el colegio, el problema empeora más aún cuando se sobrepasan los límites y no se controlan las bromas y los malos tratos. Debido a este tipo de malestares es que Andrea Carrió, una adolescente de tan sólo 17 años de edad, se transformó en una de las tantas víctimas de los trastornos psicológicos provocados sus compañeros.
De regreso a clases el presente año al colegio Aconcagua de Quilpue, las cosas para Andrea habían cambiado mucho, ya no estaba conforme con su cuerpo, estaba aburrida de los malos comentarios de sus compañeros que decían que era gorda, que era rara e incluso la catalogaban como “perna” sólo por escuchar música clásica, ser fanática del computador y por tener buenas calificaciones.
Poco a poco fue perdiendo fuerzas, la anorexia que tenía se apoderó de su cuerpo, en menos de tres meses llegó a pesar 40 kilos, midiendo 1.65 metros. Su organismo no daba abasto, tenía un índice de masa corporal de 14,7, cuando lo normal para una niña de su edad y estatura es un IMC de 18,5.
Hoy Andrea descansa en paz, un paro cardiorrespiratorio por la rápida pérdida de peso acabó con su adolescente vida. Sus padres buscan culpables pero nadie dice nada, hoy todos son amigos de Andrea, nadie quiere reconocer que alguna vez le causaron tanto daño que se les hace difícil a sus compañeros cargar con esa cruz, comentan sus cercanos.
Diana Emparan, amiga de Andrea comenta que “en el colegio a la Andrea no la dejaban tranquila, yo siempre la defendía”. Por parte del colegio no hay respuestas, no saben que hacer, sólo comentan que es una pena y una lástima haber perdido a una joven tan buena. Pero los profesores sabían lo que pasaba, lo denunciaron, y el colegio se quedó de brazos cruzados.
El pololeo también formó parte de la corta vida que vivió Andrea, tuvo un pololo, Carlos, a quien Andrea le dedicó mucho tiempo, dejando de lado cosas más importantes. Lamentablemente el amor le jugó una mala pasada, y al igual que con sus compañeros, las burlas y los malos comentarios formaron parte del noviazgo. Según Diana, “Carlos también la molestaba”.
Sólo un mes bastó para que Andrea entregara su corazón al príncipe azul que llegó a su vida y con quien por fin podría compartir su cuento de hadas, alguien que no supo apreciar lo que Andrea podía entregar, sólo un mes bastó para que su enfermedad empeorara a causa de la ruptura amorosa. Mientras más daño le hacían, menos era lo que la triste princesa comía. Cuenta con rabia su amiga Diana.
Andrea fue internada en la Clínica Miraflores a comienzos del mes de abril, ya no era la misma, usaba ropa ancha para ocultar su cuerpo, su cara fue transformándose poco a poco, sus ojos mostraban pena, y su sonrisa no era la misma.
Una de las enfermedades psicológicas más silenciosas, poco notorias y que además afecta a gran parte de las mujeres adolescentes del país es la anorexia. Nunca se sabe cuando llega atacando, sólo se necesita tiempo, dedicación y autocontrol para comenzar una batalla contra esta temible rival.
Cuando contraen esta maliciosa enfermedad, las jóvenes comienzan a sentir fatiga, su energía para realizar las actividades diarias no es la misma, su piel se transforma en un témpano de hielo y los bellos en todas las partes del cuerpo comienzan a crecer cuan flores en primavera.
Los 12 años de edad para una niña es una edad complicada, su cuerpo comienza a cambiar, se empieza a sentir mujer, pero también está más propensa a ser víctima de la anorexia. Según estudios realizados por la Universidad Católica, un 10,3 por ciento de las niñas de esta edad pueden contraer la enfermedad; un 8,6 por ciento afecta a las jóvenes de entre 13 y 15 años y un 5,1 por ciento a las adolescentes de 16 años.
En Chile, los colegios nunca han mostrado preocupación por estas jóvenes que sufren de trastornos alimenticios, es cosa de averiguar y tomar en cuenta los estudios que entrega de Universidad Católica que indican que un 8,3 por ciento de las escolares sufren de anorexia o bulimia, o sea, una de cada diez alumnas de diferentes establecimientos puede terminar como Andrea.
Ahora todo será diferente para la familia de Andrea como también para sus cercanos, su amiga Diana está muy dolida, está pasando por un terrible momento, es la tercera persona que se muere, es la tercera amiga que pierde. El domingo se juntarían a comer comida chatarra, “lo que Andrea detestaba”, comenta Diana. “Aún no aterrizo” dice.
Un lamentable final para una joven inteligente que dentro de sus planes de vida estaba estudiar psicología, también sufría de “mamitis aguditis” como dicen sus cercanos. No hay respuestas a esta tragedia, sólo queda buscar fórmulas y detener esta guerra para que no se transforme en un mal vicio que poco a poco destruye las vidas de adolescentes como lo hizo con Andrea.
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